el blog de sol dellepiane

May 18, 2011

Edgardo Minond

Filed under: Uncategorized — by soldell @ 1:58 am

Al estilo de Edgardo Minond

De vuelta

Serenidad, amabilidad, tímido entusiasmo, coherencia entre pensamiento y obra, todo eso transmite Edgardo Minond, que lleva años dando forma a una arquitectura consistente y destacable. Hablando con él uno tiene la sensación de que está de vuelta, pero sin creerlo –condición necesaria para estar de vuelta, claro–.

Minond tiene estudio propio con sede en la amplia planta baja de un edificio (reciente, de los lindos) sobre la calle El Salvador en Palermo Viejo. Comparte el espacio con José Ignacio Miguens y su equipo, aunque ambas firmas son completamente independientes: en algún punto indefinido de la extensa mesa de trabajo que estructura el ambiente principal, termina un estudio y comienza el otro. Aparte del obvio reparto de gastos, el gran beneficio es la sensación de espacio que se gana, amén de que esta apertura, este descreimiento de los límites de durlock, presumiblemente se traduzca en una filosofía de trabajo grata para los jóvenes arquitectos sentados en las dos secciones de la mesa.

El vínculo de Minond con Palermo data de la primera hora. “Vivo acá desde el año 80, cuando realmente era un barrio de talleres mecánicos y de personas mayores cuyos hijos se iban al centro. Participé del crecimiento viéndolo desde adentro; se dio con intervalos. El primero fue muy importante, con alguna obra saliente o alguien conocido que se venía a vivir. Después siguió hasta casi colapsar. Durante la semana, venir a trabajar es maravilloso: la espacialidad, la luz, hay una claridad muy interesante. Los fines de semana revienta, hay mucha más gente, autos y basura de la capacidad que el barrio tiene. Se produce mucha polución. No está del todo controlado como para que cada lugar sea más amigable para todos”, comenta Edgardo en un tono crítico pero tranquilo.

Una carrera prolífica

No siempre tuvo Minond un estudio propio. “Trabajé muchos años en Solsona, en la época en que estaba Rafael Viñoly: ahí me formé. Después tuve un estudio con varios amigos, de esos juveniles que con las crisis se disolvían. Y después comencé a trabajar solo, con diferentes asociaciones puntuales, en equipo con otros estudios o arquitectos. Y así estoy hasta ahora, en que tenemos una sociedad con Mathias Klotz y además cada uno mantiene trabajo propio en su país”.

Con Klotz, arquitecto chileno de la camada de cuarentaytantos que ha alcanzado notoriedad mundial, tienen una afinidad especial que es la clave de la alianza. “Compartimos criterios sobre arquitectura y amistad. Hoy considero básicas las dos cosas para hacer una sociedad. Si no hay un rapport, por más nivel técnico, no me interesa trabajar con esa persona”, asegura categórico Edgardo. “Yo siento que aprendo de él y él me valora a mí”. Es así que todo proyecto que le surge al chileno en la Argentina y en Uruguay, lo encara con su socio rioplantense.

Son hijos de esta sintonía proyectos tan sensibles como el edificio para Turner Internacional o el local palermitano de la marca María Cher, que rompió estructuras en el género comercial y fue reiteradamente publicado y elogiado. “Esa es una obra que me gusta mucho –cuenta Edgardo– tiene una relación con el terreno muy diferente a un local común. Es como una isla dentro del lote, con un patio alrededor, de manera que uno está siempre rodeado de luz y verde. A la vez las medianeras la protegen y hacen que a lo largo del día vaya cambiando muchísimo la luz”, describe con detalle.

Otras de sus obras emblemáticas son unipersonales, como el conjunto Tronador, un precioso desarrollo urbanístico asentado sobre una antigua fábrica de Nestlé, con más de setenta tipologías de residencias abrazando un gran espacio común “que crea una atmósfera muy especial para vivir diferente a como se vive en otras partes de la ciudad de Buenos Aires”, en palabras de quien lo diseñó, que termina de definirlo con justeza como “un conjunto de casas en un edificio”.

Este complejo, así como diversas obras residenciales diseminadas en tierra urbana, suburbana y uruguaya, son ejemplos del tipo de arquitectura que le interesa a Minond. Hoy existe entre nosotros una demanda de arquitectura contemporánea que Edgardo celebra: “Ha ido cambiando el gusto, antes no era así. Tanto en arquitectura como en arte, lo contemporáneo está empezando a aceptarse. Nosotros hacemos eso, no otra cosa… No disfrutaría hacer otra cosa”, sostiene como pensando en voz alta.

Varios de sus trabajos se completan con la arquitectura interior de Margarita Descole, su mujer. Al estilo de transparencias y relación con el entorno presente en cada uno de sus proyectos, se suma en estos casos un equipamiento que acompaña con virtuosismo la estética y los climas buscados desde el proyecto. Continente y contenido felizmente casados para dicha de sus dueños y también de sus autores, que ven llegar tanto afán a buen puerto.

Tiempo presente

Otro capítulo sustancioso del Estudio es la particiación en concursos nacionales
e internacionales, en los que ha obtenido sendos primeros premios. Uno de los más relevantes del último tiempo fue sin duda el de la nueva Casa Central del Banco Ciudad en Parque Patricios, donde resultó elegido el proyecto presentado por la constructora CRIBA y elaborado por Foster + Partners con sus socios locales: Minond y Berdichevsky/Cherny.

No es cualquier edificio: el nuevo Banco Ciudad alcanzará una de las máximas categorías en la certificación internacional LEED, garantía de calidad ambiental. “Tiene muchos patios internos que permiten trabajar sin luz artificial hasta muy tarde, un sistema de calefacción y aire acondicionado que utiliza menos energía que los sistemas tradicionales”, entre otras muchísimas innovaciones tendientes al ahorro de recursos. Así, esta obra de tres pisos en una manzana del sur de la ciudad se convertirá en uno de los primeros edificios de Sudamérica en cumplir con los estándares más altos en materia de sustentabilidad, colocando además a la entidad bancaria en el lugar de vanguardia arquitectónica donde supo estar en los 60. Minond se complace de ser uno de sus autores.

Además de a este demandante proyecto, en el presente el Estudio está avocado a diseñar conjuntos de viviendas en la ciudad, casas privadas y un área de spa y vestuarios en un club exitente. Minond disfruta de todos estos encargos, aunque quizá sea en la arquitectura privada donde el goce es más completo, porque la interacción con el cliente es una de las facetas del trabajo que prefiere: “Con los clientes formo un equipo, los integro. No me gusta trabajar aislado. No soy de esos arquitectos que trabaja como un artista para después mostrar. No me molesta confrontar, me enriquece”, asegura. La etapa de obra, “cuando eso empieza a construirse, cuando uno empieza a vivir el espacio y a darse cuenta de la relación con lo que pensó”, también lo fascina.

Minond Flâneur

Es frecuente encontrar arquitectos sumamente interesados en las artes plásticas, y Edgardo es uno de ellos. El arte contemporáneo es una de sus principales fuentes de inspiración. Kiefer, Rothko, Rauschenberg, Pollock, Richard Long, Olafur Eliasson, Damien Hirst, los nombres de esta pasión. Los otros reservorios de los que se alimenta la creatividad del arquitecto son la naturaleza y el fenómeno urbano. Y aquí el nombre propio que surge es Berlín, “la ciudad que tengo más fresca y la que me conmovió. Un ejemplo de cómo una ciudad que fue arrasada y dividida, se recompuso y armó su tejido social y urbano de una manera impecable”, opina.  “Por ejemplo, llamaron a arquitectos de todo el mundo para hacer un barrio llamado Hansaviertel en un lugar con mucha vegetación, con complejos de viviendas que tienen una calidad urbana muy especial”.

Eso fue en los años de posguerra, pero desde entonces Berlín no ha cesado de emprender iniciativas urbanísticas inteligentes que el arquitecto valora y contrapone a algunas tendencias locales. No solo la carencia de regulaciones aludidas en el retrato del barrio de sus amores. También, el súper-desarrollo de urbanizaciones cerradas. “Cada barrio privado está cercado, uno al lado del otro, pero los intersticios son lugares sin vida urbana, no hay nada, y eso hace que sean islas y que se rompa el tejido. Uno va por un tubo y se mete en su mundo, y cada uno va así, y el tejido social también se rompe. Auto, alambrados, shopping… a mí no me gusta como modelo”, concluye con desencanto.

Esta doble capacidad de observación y de reflexión que se entrevé en su discurso toma forma gráfica en sus sketches de viajes. Minond acaba de presentar un libro que recopila estos dibujos bajo el título Flâneur, palabra que desde Baudelaire y Benjamin designa a esa figura de la modernidad que es la persona que deambula sin rumbo por la ciudad en gustosa observación de lo que acontece a su paso. Las páginas se suceden mostrando lugares de Norteamérica, Europa, América del Sur –el edificio estrella del arquitecto ídem o el café al paso, sin distinciones jerárquicas– retratados por la mano del arquitecto, sus detalles plasmados con franca agudeza.

Con el libro, que fue publicado en España y que se vende en las tiendas de los museos más prestigiosos de Europa, Minond se inscribe en la tradición de arquitectos – croquistas de viajes (si cabe el neologismo), como Le Corbusier, Alvar Aalto, Louis Khan y tantos otros.

Seguro resultado de una comunión de ideas entre autor y editor, las decisiones de formato reflejan a Edgardo Minond con asombrosa sutileza: tapa dura como la solidez de su arquitectura, textura mate como sus obras que encantan sin encandilar, ilustración de tapa abstracta que encuentra en la metáfora más que en la literalidad su vía natural de expresión, porque emana de una inteligencia profunda que además lleva años haciendo síntesis. Entonces uno adivina que Minond es siempre un flâneur y que sus obras son, como él, un fenómeno de este tiempo.

Publicado en D&D 2010.

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